Inseminación Artificial en la Seguridad Social

Os conté que en el mes de junio tuve la primera visita a la Unidad de Reproducción del Hospital Clínico de Valencia y quiero contaros cómo fue el proceso hasta llegar al día de hoy.

El día 2 de junio de 2015 tuve mi primera visita y en ella vieron todas las pruebas que me habían realizado desde Planificación Familiar de Alboraya. Me preguntaron por mis antecedentes familiares una vez más. Y me hicieron varias preguntas más de rigor para cerciorarse de que era mamá soltera, de que mi hepatitis C no era hereditaria (mejor dicho portadora). Y me dijeron que tenía que esperar a que me bajar la regla para poder ver si podíamos empezar con el tratamiento. La verdad es que no me explicaron mucho más… ¡Pero el proceso había empezado! Bebé cada vez, estaba más cerca.

El 1 de julio me bajó la regla y llamé rápidamente a la recepción de la Unidad de Reproducción Humana Asistida del Clínico, era de las primeras veces que hablaba con Teresa, la enfermera jefa del servicio. La verdad, y es algo muy personal, creo que no es una mujer con la suficiente delicadeza para estar en un servicio cómo lo es éste. Pero repito, es una opinión muy personal.

Esto fue viernes y para empezar el tratamiento sólo te pueden ver en los 3 primeros días de regla, es cuando, si empiezas, has de empezar a pincharte, al cuarto día es demasiado tarde para empezar el tratamiento y debes esperarte al siguiente periodo. La enfermera me dijo que era imposible que me vieran ese mismo viernes y que debía de esperar al lunes a las 9:30 h de la mañana a que me vieran. Le rogué, le supliqué que me hiciera huevo porque el lunes estaría en mi 4º día, pero fue en vano. No podían verme, estaban a tope, ¡y punto! ¡Qué fin de semana pasé de nervios! No sabía lo que iba a encontrarme el lunes cuando fuera, si empezaría con el tratamiento o no, si estaría todo bien, ni siquiera qué iba a encontrarme.

Visto desde la distancia he de reconocer que, no sé si será porque es la Seguridad Social, pero creo que les falta mucho por explicar. La primera vez que vas, vas completamente a ciegas, sin saber dónde ni a qué. Puede que ellos estén hartos y acostumbrados a ésto, pero han de pensar una cosa… ¡nosotras no! Somos primerizas y en un tema como es éste, el de ser madre, se pasa mucha incertidumbre, miedo y caos. Deberían informar de manera mucho más detallada el proceso y lo que te vas a encontrar a cada paso que das.

En fin, llegó el lunes, 9:30 de la mañana y allí estaba yo, acompañada por mi hermana Beatriz, que estaba de vacaciones en España, desde Escocia. Entramos a consulta y me hicieron una ecografía transvaginal y vieron que tenía un «quiste» como ellos llaman, así que no podía empezar con el tratamiento para realizarme la Inseminación Artificial.

Cuando te encuentran un «quiste», sólo son los restos del último período que no han acabado de desprenderse de tus ovarios, por lo que no se puede empezar con la medicación para la estimulación ovárica, y has de esperar al siguiente período. Nada de lo que preocuparse, pero no puedes empezar.

Y ahora viene el palo gordo… Al ser principios de julio, se marchaban de vacaciones y hasta septiembre no podíamos volver a vernos. Es decir, tenía que pasar la regla de finales de julio, agosto y hasta el 10 de septiembre ellos no volvían de vacaciones… ¡creía que me iba a disecar esperando! ¡Qué barbaridad! No entendía como en un hospital público pudieran cerrar el Servicio de Reproducción Asistida, sin dejar sustitutos y marcharse de vacaciones (sigo sin entenderlo a día de hoy…)

Aún así el médico me pidió que aprovechara esos meses para visitar FIV Valencia, la única Clínica Privada de Valencia con banco de semen, avalado y concertado con la Seguridad Social. A día de hoy es el único centro donde puedes pedir el esperma, si el tratamiento lo realizas por la Seguridad Social (a no ser que sea semen de tu pareja, claro).

Así que aproveché y visité FIV Valencia. Ya les conocía, pues habían sido clientes míos y sabía que el proceso de criba para con los donantes era bastante estricto, así que no me desagradó la idea de que sólo tuviera ésa opción para elegir al padre de mi futuro bebé. Sabía que sólo permitían donar a hombres sanos entre 18 y 25 años, si mal no recuerdo.

Pasé por allí una mañana, acompañada de mi padre, y pedí que fueran preparando la muestra, eligiendo el mejor donante. Me preguntaron por las características físicas que deseaba (únicamente puedes elegir las características físicas del donante, cualquier otra elección es ilegal). La verdad es que no elegí demasiado, quise que se pareciese lo máximo posible a mí, ya que siendo así, el bebé se parecería más a mí que al padre. Los genes de la madre siempre son dominantes, por lo que si eliges otras características físicas que no sean las más parecidas a las tuyas, siempre habrá más mezcla. Y así, tuvieron 3 meses para elegir el donante perfecto para mí. Os diré que esperaba que me costara mucho más, sólo me costó 375 € la «pajuela» (estos tratamientos no van sujetos a IVA). Y esto es sólo para un tratamiento, si falla, debes volver a pagarlos.

Pasó julio, pasó agosto y el 12 de septiembre me bajó la regla. Pensaba que nunca llegaría. rápidamente llamé a la Unidad de Reproducción del Hospital Clínico de Valencia y hablé con Teresa. Esta vez me dio cita para el día siguiente. Sentía que esta vez sí. Esta vez sí podría empezar con el tratamiento. Pero debía esperar.

Al día siguiente me volvieron a realizar la ecografía transvaginal, en el 2º día de periodo y esta vez mi cuerpo estaba listo para empezar con el tratamiento de estimulación ovárica. Me explicaron, esta vez sí, con gran detalle cómo debía de pincharme, el lugar y la hora.

Desde ese mismo día, 13 de septiembre, y hasta el día 18 de septiembre, debía pincharme «Puregon 600», todas las noches, a la misma hora, entre las 18:00 y las 20:00 h. Tenía que pincharme en la barriga, y os aseguro que no duele nada. Solamente has de pinzar con las manos un poco de piel y sin miedo y sin dudar, clavar la agujita. Es verdad que los primeros días es normal hacerse algunos moratones, pero al cabo de tres días, ya has cogido experiencia.

El domingo 18 de septiembre fue mi último pinchazo y el lunes 19 tuve que ir de nuevo a la revisión de mis folículos, para ver cómo estaban respondiendo al tratamiento y a la estimulación. Cuál fue mi sorpresa y la del médico, que ya tenía creados 2 folículos, uno de 19 mm y otro de 20 mm. Por lo que era hora de pincharme el siguiente tratamiento; «Ovitrelle», o lo que nosotras llamamos el «rompe-folis». Lo que te hace es que entre 24 y 36 horas los folículos se rompen y empiezan a descender por tus trompas de falopio para encontrarse con los espermatozoides, por lo que entre 24 y 36 horas era el momento de realizarme la inseminación. Es decir, el día 21 de septiembre era el momento de la concepción.

He de deciros que toda la medicación te la proporciona el mismo Hospital, en Farmacia, sólo tienes que pasar a recogerla por su departamento, en un edificio contiguo.

Lo primero que hice fue llamar a la Clínica dónde solicité el esperma para comunicarles que el miércoles 21 de septiembre debían de enviarlo al Hospital Clínico (tu no debes de preocuparte por nada, ellos se encargan de todo).

Y el miércoles 21 de septiembre de 2016 llegó.

Había escuchado que era muy importante permanecer tranquila, sin nervios, relajada… ¡¡¿¿Pero eso cómo se consigue señor mío??!! ¡¡Si te diriges al que seguramente sea el proceso más importante de toda tu vida!!

Pensé cómo podía hacerlo y se me ocurrió tomarme algunos días libres, no muchos, pues ser autónoma tiene sus ventajas y también sus desventajas… Llamé al que a día de hoy es mi remanso de paz, mi escapada. Un Hotel de 4 estrellas en medio de la nada. En plena sierra Alicantina, en el municipio de La Romana, rodeada de viñedos, pájaros y vegetación, nada más. Un hotel familiar, con pocas habitaciones y una gastronomía digna de cualquier Estrella Michelín. El Hotel – Spa La Romana.  ¡Les debo tanto a Inma, Nati y todas las chicas…!

La noche anterior hice la maleta para pasar 3 días de relax y serenidad, en un Spa de ensueño, rodeada de tranquilidad y paz. Dónde me mimaran y me dieran mucho cariño. Ya había ido en un par de ocasiones y sabía que era el lugar para perfecto para lo que necesitaba.

El 21 de septiembre monté la maleta en el coche y acompañada de mi madre nos fuimos al Hospital Clínico. Las 11:30 era la hora de la Inseminación.

Me hicieron esperar algunos minutos en la sala de espera para poder entrar a la habitación donde me realizarían la Inseminación. Al cabo de pocos minutos me hicieron entrar, y sinceramente… Esperaba algo mejor. Me encontré con una habitación de poco más de 4 metros cuadrados, un potro de los antiguos y una silla de plástico. Muy poco «romántico»…

De repente entraron varios médicos y varias enfermeras, me enseñaron la cánula dónde estaba el esperma y me dijeron que ahí estaba mi bebé. Fue un momento bastante cómico, la verdad.

Intentaron varias veces introducirme la cánula, pero no había manera, una de las paredes de mi útero estaba cerrada. En esos momentos me asusté bastante al pensar en la posibilidad de que no pudieran realizarme la Inseminación Artificial. Antes de continuar os explicaré que la cánula sólo es una jeringa de unos 40 cm de largo muy finita que te introducen hasta el útero para allí depositar el esperma. Ni te enteras. Y yo para el dolor soy especialita…

Al intentarlo varios médicos y no poder, decidieron meterme en quirófano y así, con el ecógrafo y una cánula más maleable poder realizar la técnica de Inseminación. Sinceramente; me asusté un poco.

Me pusieron la bata verde, los peucos, y el gorro, y me entraron a quirófano. Pensaba que me dormirían pero nada. Sólo cogieron el ecógrafo y así poder guiar más fácilmente la cánula. Tomaron medidas de mi útero y de esta manera pudieron darle forma a la cánula para poder recorrer mi útero más fácilmente. Y así pude ver y ser consciente de todo el proceso.

Os contaré que una de las cosas que más me ha impresionado en la vida fue ver como el esperma salía de la cánula y recorría todo mi útero, como millones de motas de polvo de corrían por mi interior. ¡Fue una pasada! ¡Algo mágico! Al realizar el proceso con ecógrafo, pude ver todo el proceso.

Y dos minutos después estaba de pie, vestida de nuevo y reunida con mi madre para marcharnos ya. Pensaba que me dejarían unos minutos, pero nada. El médico me recomendó que esa misma noche celebrara el proceso, me bebiera un vasito de vino y me relajara. 😀

Me dieron algunas instrucciones como empezar esa misma noche con óvulos vaginales (Utrogestan de 200 mg), 1 cada 12 horas. Debía ponerme uno por la noche y otro por la mañana, más o menos a la misma hora. Desde ese mismo día hasta nueva cita.

La próxima cita la tenía 15 días después, el 5 de octubre de 2016… Pero como podéis imaginar fui incapaz de esperar hasta entonces para realizarme la primera prueba de embarazo.

Pero esto os lo contaré en un nuevo capítulo. Ahora me marcho a realizar mi ejercicio diario de 1 hora de caminata.

¡Os leo amores! Preguntadme vuestras dudas y estaré encantada de seguid ayudándoos. <3

 

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